Así como una gota de tinte, los cristianos viven como la sal de la tierra en medio de una cultura incolora. Sin embargo, los cristianos tiene dos opciones: (1) Pueden conformar a la cultura y esconder la esperanza y regocijo que tienen en Cristo, o (2) Vivir como Cristo, compartiendo el evangelio y agregando color en cada situación que están por la gloria de Dios. Aunque, algunas personas creen que el gobierno tiene el papel de ser religioso y predicar el evangelio, por muchos siglos, los cristianos han vivido en una manera completamente diferente al mundo que los rodea. A pesar de vivir en culturas laícas, los cristianos siempre han creído que era su responsabilidad, y no la de los gobiernos, propagar el evangelio. Por estas razones, en lugar de que el estado tenga la responsabilidad de estar unido con la iglesia, los cristianos tienen el papel de propagar el evangelio de Jesucristo. E un mandamiento de Cristo, le da a la gente la opción de aceptar a Cristo, e impide que el gobierno promueva solo una religión. 

Predicar el evangelio en cada situación ha sido el camino de los cristianos por muchos siglos. Antes de la ascensión de Jesucristo en Mateo 28:19, él dijo “Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra…”. Primero, es importante entender que los cristianos reconocen que aunque muchos gobiernos tienen poder y autoridad en el mundo, Jesucristo tiene toda autoridad en el cielo y así también en la tierra. Jesús continuó y dijo, “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes” (Mateo 28:19-20). En lugar de decir que los cristianos necesitan empezar gobiernos que pueden forzar otras a creer en Cristo, él dijo que los cristianos tienen al papel de compartir el evangelio con todo el mundo y hacer discípulos de Cristo. Jesús no se marchó de sus seguidores sin esperanza, pero les dio una promesa, “les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Después de la ascensión de Cristo, sus seguidores obedecieron su mandamiento. Dice en Hechos 8:4, “Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban”. La palabra y testimonio de Dios tiene poder. Para hacer discípulos, los cristianos no necesitan ayuda del gobierno. De hecho, por muchos siglos, los gobiernos han estado en contra de los cristianos. Sin embargo, vemos la respuesta correcta en el libro de Hechos. “Aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban” (Hechos 8:1,4). En el poder del espíritu, Dios ha dado a los cristianos todo lo que necesitan para vivir en este mundo, propagar su evangelio y hacer discípulos. 

Jesús no vino al mundo para obligar a todas las personas a venir a él, sino que vino para llamar a quienes quieran seguirlo. Durante su tiempo en la tierra, Jesús contó mucho con las parábolas. En particular, para describir la propagación del evangelio, Jesús contó una historia de un sembrador. Después de salir muy temprano, él empezó esparcir las semillas. La historia explica que unas semillas cayeron junto al camino, otros en terreno pedregoso, otros en espinos, y el resto en buen terreno. Solo las semillas que cayeron en buen terreno “dieron una cosecha que rindió hasta cien, sesenta y treinta veces más de lo que se había sembrado” (Mateo 8:8). Después, Jesús explicó a sus discípulos en versículo dieciocho que “Cuando alguien oye la palabra acerca del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón”. Pero, en versículo veintitrés, dice que “el que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Este sí produce una cosecha hasta cien, sesenta y treinta veces más”. En estos versículos, Jesucristo está enseñando y preparando a sus discípulos para un mundo donde no todas las personas van a aceptar el evangelio y convertirse a discípulos de Cristo. Establecer una institución donde todos los ciudadanos están obligados a convertirse a cristianismo no está en acuerdo con las enseñanzas de Cristo en la Biblia, pero, en cambio, la gente debe tener la opción de aceptar y seguir a Cristo. 

Aunque tenga mucho poder e influencia, el gobierno no tiene el papel de propagar el evangelio; cada cristiano de la iglesia global tiene el papel de enseñar a sus vecinos sobre el evangelio. Cuando estaba en la tierra, Jesús dijo: “Vaya por todo el mundo y anuncien las buenas noticias a toda criatura” (Marcos 16:15). Jesús no dijo, “vaya y cree gobiernos para hacer cumplir mis mandamientos y enseñar mi evangelio”. En el futuro, Jesús regresará y establecerá su reino para siempre. Pero, a sus discípulos, Jesús les dio la responsabilidad de hacer discípulos. No importa si es en sus trabajos, con sus familias o amigos, y también en las escuelas. Los seguidores de Cristo tienen este papel. Acerca de este tema de la separación del estado y la iglesia, en un estadio de setenta y ocho países, los investigadores encontraron que “Muchos países que apoyan oficialmente a una religión – 57 de 78 en el estudio – tiene mandamientos o policías discretorios en la base de religión, especialmente para las minorías religiosas, disidentes dentro de la fe mayoritaria, personas no religiosas, mujeres y miembros de la comunidad de lesbianas, homosexuales, bisexuales, transgénero, queer e intersexuales” (Freedom from Religion Foundation). En sus deseos para ver el reino de Dios en la tierra, muchas personas creen que la solución es que el gobierno sea la iglesia y pueda hacer cumplir los mandamientos de Dios. Aunque cristianismo es correcto, sin la separación entre la iglesia y el estado, la corrupción de la iglesia es muy fácil. Sin embargo, cuando esperan por Cristo, sus seguidores tienen el papel de propagar su evangelio en cada situación de sus vidas. 

En un mundo perfecto, donde todos creen y siguen a Cristo, el estado y la iglesia podría estar unidos. Sin embargo, estamos viviendo en un mundo caído con muchas personas que nunca van a seguir a Cristo. Por eso, los cristianos no tienen al papel de forzar a todos a seguir Cristo. Por otro lado, le tienen al papel de propagar el evangelio en cada situación ellos están. Aunque muchas personas no están en acuerdo, esto es por una razón. Cuando esperamos por Cristo, necesitamos confiar en su espíritu para ayudarnos en la propagación del evangelio y en el cambio de los corazones de personas en nuestras vidas. 

Fuentes

Danielle. Explosive Global Report Highlights Dangers of Mixing State and Church - Freedom From Religion Foundation. ffrf.org/news/news-releases/item/41632-explosive-global-report-highlights-dangers-of-mixing-state-and-church.

The ESV Bible. Crossway, 2001, www.esv.org/.